Ecuador en las garras de la codicia. Por Alberto Acosta.
Ecuador atraviesa una deriva política marcada por el autoritarismo, la subordinación al poder corporativo y una creciente represión. En este artículo, el economista Alberto Acosta —presidente de la Asamblea Constituyente del Ecuador en 2007-2008— analiza con claridad lo que se oculta tras los resultados electorales y el nuevo mandato de Daniel Noboa. No se trata solo de urnas: se trata de cómo se desmantelan derechos, se militariza la vida cotidiana y se abre aún más la puerta al saqueo transnacional. Publicamos este texto como adelanto de la nueva Revista Entrepueblos 83, que reúne voces y luchas desde distintos territorios para seguir construyendo horizontes emancipadores en tiempos de autoritarismo, extractivismo y resistencias populares.

13 de abril del 2025, un total de 189.654 ecuatorianos residentes en España están habilitados para ejercer su derecho al voto en la segunda vuelta de las Elecciones Generales del Ecuador, para elegir al binomio presidencial de la legislatura 2025-2029. Fotografía: Salgado Albán.
Ecuador en las garras de la codicia. Por Alberto Acosta*.
“Para la codicia nada es sagrado.
Si el Ave Fénix cayera en sus manos,
se la comería o la vendería.”
Juan Montalvo
Escritor ecuatoriano 1832-1889
En Ecuador concluyó un proceso electoral inédito. Se completó el ciclo desatado, en el año 2023, por “la muerte cruzada”. A raíz de la disolución de la Asamblea Nacional, se convocó a adelantadas elecciones presidenciales y legislativas, con la encomienda de completar el período pendiente. Eso abrió la puerta a un nuevo proceso electoral a cumplirse a inicios del año 2025.
Durante la primera vuelta, el pasado 9 de febrero, el presidente en funciones, Daniel Noboa, heredero de una de las mayores fortunas del país, y Luisa González, candidata del progresismo, consiguieron aglutinar un 88% de los votos. Esta inusitada concentración de los votos se refleja por igual en el parlamento. Las dos fuerzas políticas suman 133 de los 151 curules: 67 el correísmo y 66 el noboísmo. Y en el balotaje, el domingo 13 de abril, Noboa triunfó con un margen del 11%; posicionándose como ganador en 19 de las 24 provincias.
La lista de desaciertos de la candidatura correísta es larga, tanto como los abusos de poder y las ilegalidades desplegadas por el candidato-presidente. El manejo del miedo por parte del poder, aupado por los grandes medios mercantilizados, exacerbó el conservadurismo de amplios segmentos de la población. Por su parte, el progresismo, en su prepotencia, demostró su incapacidad para hacer una autocrítica y rectificar rumbos. Un análisis detenido de lo sucedido permitiría conocer mejor las razones de este sorpresivo resultado.
Resaltando la incapacidad de las dos candidaturas para proponer un proyecto-país esperanzador, es indispensable tener en consideración la grave crisis que atraviesa Ecuador. La pandemia del COVID y su manejo, así como la política económica de los últimos años -que busca reducir el tamaño del Estado-, incluyendo los cambios en el negocio transnacional de la droga, aceleraron el deterioro. En poco tiempo, este país se transformó en una suerte de plataforma del crimen organizado, alcanzando los mayores niveles de violencia de la región. Además, impacta, en casi todos los órdenes de la vida nacional, el austericidio provocado por el neoliberalismo: con más pobreza y desempleo, con una creciente concentración de la riqueza; ahora en medio de graves destrozos provocados por una inusual época de lluvias. A esto se suma el impacto de la militarización de la sociedad decretado por el presidente Noboa a inicios del año 2024, que avanza con innumerables violaciones a los Derechos Humanos; acompañado con un exacerbado populismo penal, que recibe un amplio respaldo social.
En este entorno, con una economía colapsada, con incrementos de impuestos y de los precios de los combustibles, con brutales racionamientos evitables del suministro de electricidad, con una política represiva que ha provocado más de una veintena de desapariciones, con una incontenible violencia criminal, con una sistemática violación de las normas jurídicas por parte del candidato-presidente, resulta sorprendente que Noboa haya obtenido tan elevado respaldo en las urnas. Y llama la atención, también, la incapacidad de su contrincante, que incluso suscribió un acuerdo con la cúpula del Pachakutik, partido indígena, y con otras agrupaciones de la izquierda, para proponer respuestas aglutinantes capaces de enfrentar el peso del gobierno oligárquico de Noboa.
Que la cancha estuvo inclinada, no cabe duda, como en tantas otras veces en la historia reciente. Pero de allí a aceptar a pie juntillas el reclamo de un “mega fraude” por parte de la candidatura derrotada hay un largo trecho. El manejo fraudulento de las actas electorales debe ser probado, no solo enunciado. Aunque bien podríamos decir que el fraude es de otro tipo. En el proceso electoral, el gobernante en funciones irrespetó sistemáticamente la Constitución y la ley, por ejemplo, no encargó la Presidencia a la vicepresidenta, contando con la complicidad de una institución electoral totalmente servil. Creo un ambiente aún más hostil recurriendo a nuevos estados de excepción. Abusando de los recursos estatales “compró votos”, sea entregando bonos, becas, tarifas subsidiadas de electricidad, donando alimentos…
Debe quedar claro que no sirven aquellas lecturas telescópicas, que concluyen que “la derecha se impuso a la izquierda”. Sin negar la impronta de derecha autoritaria del presidente reelecto, es preciso entender que las dos fuerzas políticas, con discursos y algunas posiciones diferentes, están embarcadas en el mismo tren que va hacia la modernización del capitalismo; definitivamente no basta caminar en dirección opuesta por los pasillos de dicho tren, creyendo que así se impulsan cambios revolucionarios…
En medio de una campaña bastante anodina, cargada de agresiones y ataques incluso personales, donde las propuestas estuvieron prácticamente ausentes, se evidencian las similitudes. Las dos candidaturas suscribieron un documento antiderechos, en tanto se adhirieron a posiciones contrarias a las demandas de los movimientos feministas y de las minorías sexuales. Noboa y González propusieron una Asamblea Constituyente, lo que pondría en grave riesgo los avances constitucionales del año 2008. Por igual, con el fin de enfrentar la creciente ola de inseguridad, las dos candidaturas coincidían en el uso de la mano dura e inclusive optaron por recurrir a personas vinculadas a prácticas mercenarias, él con uno estadounidense y ella -que propuso expulsar venezolanos a lo Trump- con un mercenario criollo. Ambas opciones afincan gran parte de sus estrategias económicas en los extractivismos. Aunque pueda sorprender, los grandes grupos de poder económico se ubicaron a ambos lados del escenario electoral, sea porque ya lucraron durante el gobierno de Correa y tienen recelo por la desmedida codicia del mandatario en funciones y de su familia, o porque confían algún beneficio de un gobierno abiertamente pro-empresarial. Ambos finalistas coincidieron en la defensa de la dolarización, transformada en el gran tótem de la economía ecuatoriana; cuestión que fue utilizada en campaña por el noboismo anotando que “Luisa desdolariza”, recordando que algunos líderes del correismo fueron duros críticos de esa medida monetaria.
Un punto medular a considerar, teniendo en cuenta de que se trata de la primera elección presidencial en América Latina en la reciente era Trump, es la posición abiertamente servil del presidente Noboa frente al coloso del norte. A inicios de su gestión él intentó entregar armas de origen ruso y ucraniano a los EEUU -que las habría enviado a Ucrania- a cambio de nuevo armamento norteamericano. Es permanente su posición de desconocer al gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela; país que también gravitó como un fantasma levantado por la derecha en la campaña. El apoyo al gobierno de Netanyahu, es otro aspecto a considerar. Pero, sobre todo, Noboa está empeñado en permitir la instalación de tropas yanquis en territorio ecuatoriano, pretextando el combate al narcotráfico.
En síntesis, la neoliberalización, que viene de la mano de la militarización configura una suerte de tenaza que afecta a la democracia. En este contexto los movimientos populares no encuentran un momento de tregua para enfrentar la codicia de los poderosos. Tarea que demanda unidad, claridad y creatividad.
Quito, 15.05.25
*Alberto Acosta es economista ecuatoriano. Presidente de la Asamblea Constituyente del Ecuador (2007-2008)
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