Los impactos del monocultivo de palma africana
En 2012, Laura Villadiego desde Camboya, y Nazaret Castro desde Brasil unen sus fuerzas, ilusiones y capacidad periodística para comenzar a divulgar sus investigaciones en un blog que denominan “Carro de Combate”. En 2013 publican “Amarga dulzura”, una historia sobre el origen del azúcar, que pretende denunciar las injusticias que se viven cada día en una cadena de producción que aún está ligada a condiciones de esclavitud, desahucios y abusos, pero también las alternativas, los esfuerzos de muchos por mejorar el sector y los avances de la industria en las últimas décadas. Con la colaboración entonces de Laura Villadiego y Maria Rubiños publican ‘Carro de Combate. Consumir es un acto político’.
Este colectivo de mujeres dedicadas al periodismo independiente investiga el origen de alguno de los productos que consumimos a diario para ofrecer la información que nos ayude a consumir críticamente, sabiendo que empresas y que políticas empresariales hay detrás de esos productos. Los informes que elaboran desde Carro de Combate son pequeños documentos, de unas cuatro páginas, en los que analizan a fondo un sector.
En 2015 “Carro de Combate” decide iniciar un ambicioso proyecto para investigar los impactos que provoca el monocultivo de palma africana en Asia, América Latina y África, y los efectos sobre la salud de su creciente uso en la industria alimentaria. La investigación les ha llevado a Malasia, Indonesia, Tailandia, Camerún Colombia, Perú, Ecuador y Guatemala, gracias a los 281 colaboradores que participaron en el crowdfunding que lanzaron en septiembre de 2015 y a las colaboraciones de organizaciones que como Entrepueblos vimos desde un primer momento la importancia de apoyar dicha investigación.
Poco o nada se sabía hasta hace bien poco de este aceite, salvo en los países donde desde hace décadas vienen sufriendo su imparable implantación, pero el aceite de palma es un producto omnipresente en nuestro día a día. Está en productos alimentados procesados – desde galletas, a cereales o pizzas – pero también en cosméticos, jabones o incluso velas.
Entrepueblos aportó una financiación extra para que Carro de Combate pudiera investigar en Ecuador y Guatemala, mientras que Amigos de la Tierra hizo lo propio para extender la investigación a la compleja cuestión de los mercados financieros. Un tercer socio ha sido La Marea, en cuya revista en papel han publicado ya algunos de estos textos.
Os presentamos por gentileza de nuestras amigas de Carro de Combate sus investigaciones y os animamos a subiros a su “carro”, que es también el nuestro.