Guatemala: Desalojo violento en la Puya por proyecto minero

La resistencia contra el proyecto minero de oro El Tambor (también conocido como Progreso VII Derivada), a 28 kilómetros norte de la Ciudad de Guatemala, celebró su segundo aniversario. El 2 de marzo, 2012, vecinos de San José del Golfo y San Pedro Ayampuc se organizaron para bloquear permanente y pacíficamente la entrada al proyecto minero de la compañía estadounidense Kappes, Cassiday & Assocaites (KCA) y su subsidiaria local EXMINGUA. A pesar de constantes amenazas, al igual que un intento de asesinato a una líder del movimiento, la gente de la resistencia continúa su lucha debido a que consideran ilegal la actividad minera en sus territorios ya que no fueron consultados apropiadamente antes de que se iniciaran las actividades industriales.

Esta mañana un contingente de decenas de policías anti-motines se hizo presente, sin orden de desalojo y empezó a exigirles que se retiraran. Como en ocasiones anteriores, las mujeres se acompañaron cantando para evitar que lleven a cabo su proyecto minero.

 

24 mayo 2014, por Ana Maria Kofiño

En un sistema desigual como éste las fuerzas policiales y el ejército existen para defender los intereses de quienes tienen el poder económico y político. Si alguien pone esto en duda, lo puede comprobar viendo cómo se utilizan contingentes de hombres armados para sofocar movimientos surgidos desde las raíces de pueblos que están hartos de vivir la peor parte de la injusticia. 

La Puya –el sitio donde desde febrero están acampado habitantes de las aldeas cercanas que se oponen a la instalación de un proyecto minero- reúne a familias de campesinos y gente trabajadora que vive con lo que su trabajo le da. Así han sobrevivido generación tras generación, sembrando su maíz y frijol, creciendo animales, sacando unos centavos de trabajos ocasionales. Claro que quisieran mejorar su calidad de vida, no es que tengan espíritu de mártires, pero tienen claro que eso no puede lograrse a costa de la destrucción de sus territorios ni de otras comunidades. 

La opción de desarrollo que empresas y gobiernos corruptos ofrecen se limita a cooptar a quienes los apoyan, contratando a unos cuántos, sembrando conflictividad y ocasionando daños irreparables en las fuentes de agua, en tierras y montañas. Las comunidades donde hay minería, como en San Marcos, están padeciendo los efectos nocivos de la contaminación y destrucción ambiental, mientras la empresa canadiense Goldcorp se enriquece de manera vergonzosa, poniendo oídos sordos al rechazo popular que se ha hecho patente en las consultas realizadas por las comunidades hace ya más de un lustro.

La Puya, reconocida a nivel internacional como una comunidad de la resistencia pacífica en defensa de la vida, representa las múltiples luchas que se están organizando en el continente para defender la naturaleza, exigir justicia, para no quedarse indiferentes frente a los abusos y la voracidad de las empresas de todo tipo que –con el mayor descaro y falta de escrúpulos- pretenden extraer los bienes comunes para su exclusivo enriquecimiento.

La dignidad con que la gente de La Puya ha enfrentado las provocaciones de los mineros que en días pasados llegaron a insultar y agredirles, la lucidez con que plantean su situación y la solidaridad que este movimiento ha generado son un capital de otro tipo. Son fuerzas sociales que piensan en el futuro de sus hijas e hijos y buscan el bienestar colectivo. Sin más armas que sus cuerpos y sus voces, están allí, conteniendo el avance pernicioso de un progreso que nunca ha traído nada bueno para las mayorías.

Esta mañana un contingente de decenas de policías anti-motines se hizo presente, sin orden de desalojo y empezó a exigirles que se retiraran. Como en ocasiones anteriores, las mujeres se acompañaron cantando para evitar que lleven a cabo su proyecto minero. Lo que las anima es la fe y la convicción de estar en lo justo: la protección de los lugares donde han crecido y donde quieren seguir viviendo. La defensa de La Puya es la defensa del país. Fuente: La Cuerda